Alzola en la Exposición Universal de París de 1900
03/10/2023La Exposición Universal de París de 1900 fue un evento excepcional que atrajo a 51 millones de visitantes a las orillas del río Sena, entre el 14 de abril y el 12 de noviembre de 1900. Francia tenía la intención de «deslumbrar a las naciones» al presentar cientos de edificios de diversos estilos arquitectónicos. Durante este evento, se inauguraron estructuras icónicas como el Petit Palais y el Grand Palais, destinados a convertirse en elementos permanentes del paisaje parisino.
La exposición universal tenía múltiples objetivos políticos, que incluían mostrar las riquezas de su imperio colonial, fortalecer las relaciones franco-rusas (evidenciadas por la construcción del puente Alejandro III) y afirmar la excelencia tecnológica francesa, destacando el papel de Francia como cuna del cinematógrafo.
Los balnearios españoles en las Exposiciones Universales
A medida que avanzaba el siglo XIX, los balnearios españoles más prestigiosos comenzaron a buscar reconocimiento a nivel europeo y americano. Para lograrlo, se sumaron a la creciente tendencia de participar en exposiciones internacionales, convencidos de que esto les brindaría publicidad directa y, al mismo tiempo, ventajas a largo plazo en términos de prestigio y reconocimiento internacional.
Los primeros pasos en esta dirección se habían dado en la Exposición Internacional de Londres de 1862. En esa ocasión, solo un reducido número de expositores españoles se presentaron. Sin embargo, esta participación se repitió en exposiciones posteriores, como las de París en 1867, la Exposición Mundial de Viena en 1873 y la Exposición de Artes, Manufacturas y Productos del Suelo y Mina de Filadelfia en 1876.
Pero fue en la Exposición Universal de París de 1878 donde el gobierno español decidió estimular la participación de las empresas con mayores recursos. A pesar de esto, los empresarios mostraron cierta reticencia debido al temor de que sus instalaciones balnearias, en general menos avanzadas en comparación con las de Francia y Alemania, no estuvieran a la altura. Los médicos hidrólogos, sin embargo, propusieron un enfoque estratégico para preparar la exposición, que incluía la creación de maquetas, planos de los establecimientos, muestras de aguas minerales y la presentación de estudios publicados.
El Ministerio de la Gobernación (en funcionamiento hasta 1977 y que fue sustituido por el actual Ministerio del Interior) también alentó la participación de los balnearios en este tipo de exposiciones universales. Finalmente, España se presentó en la exposición de 1878 con un modesto stand que incluía solo algunas docenas de botellas de aguas minerales y poco más.
A pesar de las limitaciones, los resultados fueron significativos. Los balnearios españoles obtuvieron distinciones notables, incluido un diploma de honor otorgado al Ministerio de la Gobernación por su esfuerzo, dos medallas de oro para los balnearios de Panticosa y Carratraca, siete de plata para los balnearios de Banyoles, Lanjarón, Trillo, Aretxabaleta, Escoriaza, Archena y Ledesma, y dieciséis de bronce para los balnearios de Caldes de Montbui, La Puda-Olesa, Rubinat, Tona, Fuencaliente, Hervideros de Fuensanta, Carballo, Sant Hilari Sacalm, Cestona, Grávalos, Loeches, Caldas de Oviedo, A Toxa, Puente Viesgo, Elorrio y Zaldívar. Fue un inicio muy prometedor.
Sin embargo, los médicos hidrólogos, insatisfechos con la forma en que se había manejado la exposición, vieron el vaso medio vacío y señalaron que las botellas de agua mineral se exhibieron de manera desordenada, en un espacio reducido y sin seguir un método coherente. A pesar de las críticas, la participación en la Exposición Universal de París de 1878 marcó un hito en la internacionalización de los balnearios españoles y su búsqueda de reconocimiento en el escenario mundial.
La Exposición de Aguas Minerales en la sección francesa de la Clase 111
La Exposición Universal de París de 1900 ofreció una amplia variedad de secciones y pabellones para los visitantes. Algunos fueron construidos para la ocasión, como el Palais des Armées de Terre et de Mer (Palacio de los Ejércitos de Tierra y Mar). La exposición también estaba dividida en clases y la clasificación oficial reservó un espacio para la higiene pública junto con la exposición de aguas minerales y los trabajos microbiológicos del Instituto Pasteur que se expusieron en el Palacio de los Ejércitos de Tierra y Mar.
Dentro de la sección francesa de la Clase 111 destacaba una parte dedicada a las aguas minerales. Esta sección no solo resaltaba la importancia de las aguas minerales en la vida cotidiana y la salud, sino que también presentaba avances en la investigación microbiológica relacionada con la higiene del agua. La presencia del Instituto Pasteur en la exposición subrayaba la relevancia de la ciencia y la higiene en ese tiempo. En esta clase estuvo presente nuestra querida agua de Alzola por la que fue merecedora de dos medallas, la de oro y la de plata, de la Exposición Universal de París de 1900.
Medallas de la Exposición Universal de París de 1900
La ceremonia de entrega de premios se llevó a cabo el 18 de agosto de 1900 y contó con la presencia de 11,500 personas. En total, se otorgaron 3,156 grandes premios, 8,889 medallas de oro, 13,300 medallas de plata, 12,108 medallas de bronce y 8,422 menciones honoríficas. Estas son las medallas que se otorgaron en la clasificación de aguas minerales a Francisco Hernanz y Daría Vera en la Exposición Universal de París celebrada el año 1900.
La misma medalla, diseñada por Jules-Clément Chaplain, fue otorgada al pintor Joaquín Sorolla en esa misma edición y en categoría de bronce, en reconocimiento a su destacada obra expuesta en la Exposición Universal de París. Chaplain fue un destacado medallista francés que revolucionó el arte medallístico al introducir composiciones en relieve que rompían con las convenciones tradicionales.
Se cuenta que, en 1896, Chaplain creó una medalla de oro conmemorativa de la visita del zar Nicolás y la zarina Alejandra de Rusia a París, considerada una de las medallas más hermosas jamás acuñadas. Así que además del prestigio que conllevaba ganar la medalla, se encuentra la importancia de una verdadera joya de arte realizada por un importante artista.
En el reverso de la medalla, puede verse una figura femenina alada, con una corona de laurel en su mano derecha. Sostiene sobre su hombro a una figura masculina, con el torso desnudo, que a su vez sostiene una antorcha encendida en su mano izquierda, mientras se lleva a la sien la mano derecha. En la parte inferior puede verse una vista parcial de París y los nombres de los ganadores, “F. Hernanz et D. Vera”.
En el anverso de la medalla puede verse la Alegoría de Francia: una cabeza femenina tocada con gorro frigio, mirando de perfil a la derecha. Tras ella, un roble extiende sus ramas superponiéndose una de ellas sobre su frente, a modo de diadema. Al fondo, se puede ver una vista parcial de París. Todos los ganadores de la Exposición Universal de París de 1900 recibieron el mismo diseño de medalla con su nombre grabado.
Por supuesto, los diarios de la época no tardaron en hacerse eco de la noticia de todos los ganadores españoles, con más o menos errores tipográficos. La Exposición Universal de París de 1900 fue un evento mundial que no solo mostró la grandeza de Francia, sino que también sirvió como plataforma para destacar importantes cuestiones de salud pública, higiene y avances científicos, incluyendo el estudio de las aguas minerales y la microbiología, que en la actualidad parece que hayamos olvidado.
Quiénes eran “F. Hernanz y D. Vera”
El 8 de junio de 1899 aparece publicado en la Gaceta de Madrid que el médico director del balneario de Urberuaga de Alzola es Alejandro de Gregorio y Guajardo nacido el 26 de febrero de 1825 y cuya residencia fuera de la temporada oficial se encuentra en Ibeles (Zaragoza). El propietario del establecimiento es en aquella época “Don Claudio Hernanz y otros”. El 13 de mayo de 1901, en la misma publicación de la Gaceta de Madrid, consta un nuevo médico, Manuel Morales y Gutiérrez, residente en Sevilla, pero constan los mismos datos como propietarios. Así que partimos que F. Hernanz y D. Vera pudieran ser propietarios y no, médicos directores.
Curiosamente, Carlos Larrinaga, autor de “Balnearios guipuzcoanos, 1776-1901. Turismo de salud e inversión de capital en aguas minerales”, publicado en 2014, hace referencia a Francisca Hernanz, viuda de Martínez, Claudio Herranz y Felipe Sanz como propietarios del balneario de Urberuaga de Alzola, en 1855. Los mismos datos aparecen en la publicación “Nacimiento y evolución del termalismo vasco durante el siglo XIX. El caso de Guipúzcoa”, del mismo autor. Entonces, ¿estamos ante Francisca o Francisco Hernanz?
No hemos podido esclarecer donde se encuentra el error exactamente, ya que incluso en el Catálogo general oficial de la Exposición Internacional Universal de 1900, consta otra errata al llamar a Francisco, Hernández. Siguiendo con nuestra investigación, nos hemos encontrado con la necrológica de Claudio Hernanz y Pérez, fallecido el 15 de abril de 1907 y padre de Don Francisco Hernanz, cuya dirección, calle San Marcos 42 de Madrid, coincide con la que consta en el Catálogo general oficial de la Exposición Internacional Universal de 1900.
En el caso de Daría Vera, aún ha sido mucho más complicado saber si estábamos ante un Darío o Daría Vera y qué función realizaba o qué relación existía con el balneario de Urberuaga de Alzola. En el cuadro publicado sobre los balnearios asociados a la patronal en 1909, de la publicación “El agua bienhechora. El turismo termal en España 1700-1936” consta que Daría Vera y Franc. Herranz (volvemos a encontrar discrepancias con el apellido) tienen la sede social en Madrid y son los propietarios de Urberuaga de Alzola. Sea como sea, las medallas conservadas en el balneario de Alzola fueron representadas posteriormente en las etiquetas de las botellas de agua mineral natural y constan en la receta médica de nuestra querida marca.